Marejada en la Bolsa
Suelo comparar el mundo bursátil con la navegación, a poder ser a vela. Prefiero esa comparación a todas las metáforas que relacionan las finanzas con un casino. Si lo miramos bien, el trading se parece mucho a la náutica. Ellos cuentan con sus cartas de navegación que nosotros llamamos plan de trading; su cuaderno de bitácora es nuestro diario de trading; ambos disfrutamos cuando navegamos en buenas corrientes, lo que también se llama comprar valores fuertes. Existe, claro está, el factor suerte que puede ayudar, aunque sabemos que no es decisivo.
Pero hoy quiero escribir sobre la mar de fondo, la marejada, lo que, en el trading, llamamos volatilidad. Volatilidad. Es una palabra que cada trader se ha tatuado en sus dedos a base de sangre, sudor y rabia. La volatilidad está ahí, es inevitable. Precios que se disparan y caen; o que caen y que caen y siguen cayendo para luego subir. Nosotros, los traders pequeños, observamos con envidia a los grandes barcos con capacidad de resistir la furia de los mercados; pero no debemos menospreciar la capacidad de nuestros pequeños veleros. No es que vayamos a triunfar como ellos, pero un mercado volátil no implica necesariamente que nos vayamos a hundir.
Lo primero que debemos hacer es no temer a la volatilidad. Es algo que está ahí, que siempre aparecerá; la inestabilidad de los mercados es inherente a ellos. Los reguladores intentan frenar, evitar las malas prácticas, frenar a las manos poderosas que, al final, siempre encuentran resquicios para agitar las olas. Es mucho más peligroso operar sin un plan de trading, lanzarse al parqué sin formarse, olvidarse de apuntar en nuestro diario de trading y aplicar los cambios necesarios. Ahí están los verdaderos peligros. Porque si no nos conocemos a nosotros ni sabemos a dónde vamos, la volatilidad siempre será una amenaza, nunca una oportunidad.
Igual que los marinos comprueban sus equipos de salvamento, sus provisiones e informan de su singladura antes de zarpar, nosotros contamos con herramientas para protegernos de la volatilidad. Ya hemos hablado muchas veces, y lo seguiremos haciendo, de los stop-loss. Pero también existen otros recursos como no operar. ¿Acaso nos bañamos cuando vemos olas gigantescas y grandes corrientes? Si la mar nos genera miedo, no nos bañamos. Aquí se trata de lo mismo. Si las condiciones del mercado no son favorables para nuestra operativa, mejor no entrar. Será muy probable que suframos perdidas, que nos desanimemos, que demos palos de ciego. Nuestra formación y nuestro plan de trading nos dirá si debemos operar o no. Por eso son tan importantes. Si nuestra estrategia se centra en el corto plazo o el ultra corto plazo, la volatilidad es un factor fundamental. Esas olas gigantescas pueden hundirnos, aunque también podemos aprovecharlas a nuestro favor. Un trader a largo plazo la verá de manera diferente, incluso encontrará la oportunidad de entrar en valores que le resultaban interesantes.
En ocasiones, la volatilidad se puede predecir, como si fuese la tormenta. Conocemos algunos acontecimientos con un margen suficiente: reuniones de bancos centrales, anuncios de agencias de calificación, celebración de elecciones y, aunque no sabemos su resultado, podemos intuir que algo sucederá en el mercado y actuar en consecuencia. ¿Cómo? Preparando nuestros recursos bien con una estrategia defensiva o dispuestos a entrar en valores para aprovechar posteriores subidas, examinando nuestros ratios de riesgo y beneficio.
Pero la volatilidad también es imprevisible. Lo estamos viviendo desde el pasado mes de marzo, con unos momentos que nunca antes se habían conocido en los mercados mundiales con todas las ventajas e inconvenientes que implican. Contar con un plan b siempre es necesario, aunque a veces no queda más remedio que agarrar nuestro timón con fuerza y esperar que pase el temporal, porque siempre terminan calmándose.